Tägliche Andachten
¡Usted es un ungido!
Por años, en los círculos religiosos, hemos pronunciado tanto la palabra unción sin realmente comprender lo que ésta significa. Pero si vamos a vivir conforme al poder del evangelio, debemos permitir que ésta se convierta en una realidad para nuestra vida. La unción es la presencia de Dios, Su esencia. Ésta permite que Dios sea Dios. La unción es Dios en nosotros, capacitándonos para realizar lo que en nuestra carne es imposible que llevemos a cabo. Por ejemplo, la carne no puede sanar a nadie, aun cuando ésta fuera la del mismo Jesús; porque Su carne provenía de María. La carne de Jesús era tan humana como la de ella. No obstante, Su carne perfecta y sin pecado, declarando las palabras de un Dios perfecto y sin pecado, provocaba que la unción de Dios estuviera sobre Él sin medida (Juan 3:34). Es fácil, para nuestro entendimiento, comprender que la unción se encontraba sobre Jesús. Lo difícil es asimilar que esa misma unción, que quita cargas y que destruye yugos, se encuentre disponible para nosotros. Usted podría decir: “No, hermano Copeland, eso no puede ser. Después de todo, ¡nuestra carne no es santa!”. Es cierto; sin embargo, Dios la toma como tal si permanecemos bajo la cobertura de Su sangre. De eso se trata la gracia: ¡darnos la unción cuando no la merecemos! Nuestro mismo nombre, cristianos, significa: los ungidos. Así como Jesús en Su carne no podía sanar, usted tampoco. Pero con la unción, Jesús sanó a los enfermos, entonces usted también puede lograrlo. ¿Se da cuenta? Todo lo que necesite llevar a cabo hoy, puede cumplirlo con el Ungido y Su unción. Su unción está sobre, dentro y en todo su ser. Por esa razón, ha sido capacitado para hacer cosas que normalmente no podría; ya sea cumplir las responsabilidades diarias o imponer manos sobre una persona para desatar el poder sanador de Dios. Usted puede ser y realizar todo para lo que Dios lo creó, por medio de Su unción. ¡Usted es una persona ungida! 2 Crónicas 31-33; Hebreos 13; Santiago 1 Yo he sido ungido, y me ha sido dada la unción de parte del Espíritu Santo (1 Juan 2:20).
Heiligschriftstudium: Hechos 8:5-8