Tägliche Andachten
La satisfacción más grande
Hace años, estaba esquiando en la nieve, descendiendo una montaña, cuando de repente choque contra un montículo de hielo y caí como un tren de carga descarrilado. Mis gafas volaron en una dirección, y mis esquís, bastones y gorra, en otra. Y cuando caí, parecía que tenía ¡una venta de garaje! Caí sobre mi hombro derecho ¡y eso me dolió! Después que me levanté, recogí mis cosas y volví a esquiar; y de nuevo, golpeé un montículo de hielo. Y caí sobre el mismo hombro. Cuando volví a Texas, con dificultad podía utilizar mi brazo derecho. Ni siquiera podía alzarlo lo suficiente como para peinar mi cabello; sin embargo, cada vez me dolía, yo oraba así: Alabado sea Dios por siempre, soy un hombre sano. Esta lesión no es la perfecta voluntad de Dios para mí, así que no tengo porqué sentirla. Estoy sano. Luego leía la Palabra, al acostarme y al levantarme. Durante los primeros días, luego de esa lesión, asistí a un servicio para predicar y toda la gente tenía sus manos alzadas, alabando a Dios. Así que también traté de levantar las mías; no obstante, no podía alzar mi brazo derecho. Lo empujé y lo abalancé, pero éste no se movió. Después, fui a predicar a una conferencia en Nueva Orleans. Esa mañana leí todas mis escrituras, alabé a Dios, declaré la Palabra, y le agradecí al Señor porque estaba sano. Luego traté de peinar mi cabello… y aún no podía levantar mi brazo derecho lo suficiente. Y por supuesto, todo tipo de pensamientos pasaron por mi mente: “¡Jamás obtendrás tu sanidad! ¿Cuándo sucederá? ¿Me pregunto por qué no está funcionando?”. No obstante, tomé autoridad sobre estos pensamientos, le di gracias a Dios por Su fidelidad, y crucé la calle para llegar a la conferencia. Cuando entré, el tiempo de la alabanza y adoración ya había iniciado. Así que subí a la plataforma, coloqué mi Biblia sobre la silla y simplemente levante ambos brazos y ¡comencé a alabar a Dios! Nunca sentí nada, no se me erizó la piel ni sentí un poder palpable. Pero quiero que sepa que cuando la victoria se manifiesta por medio de la fe, trae consigo una satisfacción que nada más puede brindar. Es algo tan satisfactorio, pues cuando usted se apodera de la victoria por medio de la fe en la Palabra de Dios, verdaderamente actúa como Jesús. No sólo está obteniendo Su bendición, sino que está viviendo el estilo de vida que Él vivió. Está viviendo por fe, así como Él. ¡Está siendo Su discípulo! La próxima vez que enfrente un desafío, ya sea físico, financiero o de relaciones personales; ponga en práctica la Palabra, permanezca en ella… y cuando la victoria se manifieste, ¡obtendrá una satisfacción que nunca antes ha experimentado! Y ¡habrá actuado como Jesús! Ezequiel 23-24; Salmo 104 La justicia de Dios es revelada de fe en fe. Por tanto, vivo por fe (Romanos 1:17).
Heiligschriftstudium: Salmos 19:7-14