Tägliche Andachten
Medite en lo bueno
Cuando comienza a morar en la Palabra de Dios, lo primero que descubre es que ésta es absolutamente contraria a su antigua manera de pensar. Sin embargo, la única forma en que la Palabra puede habitar en usted es al preferirla antes que a sus antiguos y mundanos pensamientos. En 2 Corintios 10:4-6, leemos que a éstos se les denomina fortalezas, y nos indica que debemos derribarlas con la Palabra. ¿Cómo toma sus antiguos pensamientos y los lleva cautivos a la obediencia a Jesús? Al reemplazarlos con los pensamientos y las palabras de Dios. Una vez que lo comprenda, podrá entender cómo podemos tener un corazón tranquilo… y pensar en lo que describe Filipenses 4:8. Analice lo siguiente: Dios no está afanado, ¿o sí? Él no se preocupa por quedarse sin dinero, ni siente ansiedad a causa de sus problemas. ¡No! Él tiene la provisión. El poder que Él posee es más que suficiente para darle la victoria en toda circunstancia. Y cuando usted alinee sus pensamientos a los de Él, no temerá; pues estará lleno de la paz de Dios mismo. Si se ha determinado a permanecer en la paz del Señor y desea que Su Palabra more en usted; es necesario que le cierre la puerta a cualquier otro tipo de pensamiento. Es importante que deseche todo pensamiento que no concuerde con la Palabra; en lugar de ello, escoja los de Dios. Es decir, literalmente debe seleccionar qué pensará. Debe actuar como mi hija Kellie cuando era niña. Un día la tomé de la mano, la llevé a su habitación, abrí la puerta del armario (el cual estaba lleno de cosas inservibles) y le dije: Kellie Dee Copeland, ¡tu armario es un desastre! Ahora ve, y límpialo. Ella sólo me miró y respondió: «Ese pensamiento no es mío». Ella no cedió ante ese pensamiento, no lo aceptó. Tampoco encontré la forma de hacerla entender. Incluso cuando ella limpió el armario, no había recapacitado al respecto. Sólo obedeció porque la obligamos. Así debemos tratar al diablo. Cuando él se acerque con un pensamiento de ansiedad o desastre, sólo respondamos: No lo creo, y no lo aceptaré en mi mente. De inmediato debemos reemplazar esos pensamientos con los que provienen de la Palabra de Dios. Es necesario pensar en lo justo, lo puro, lo amable, lo que es de buen nombre, lo que es de virtud y alabanza. Jonás 4; Miqueas 1-2; Salmos 133-134 Sólo pienso en cosas verdaderas, honestas, justas, puras, amables y de buen nombre. Pienso en cosas virtuosas y dignas de alabanza (Filipenses 4:8).
Heiligschriftstudium: Salmos 119:40-64