Tägliche Andachten
Practique la justicia
Su cuerpo pondrá en práctica cualquier cosa a la que esté expuesto. Éste puede adiestrarse tanto en la justicia como en la injusticia. Continúe leyendo, y se lo comprobaré. Si ha fumado un cigarrillo, es posible que la primera vez se haya mareado, haya tosido y haya escupido varias veces; ya que no es natural tener humo en los pulmones. Tuvo que aprender a fumar, y debió practicar hasta que logró tolerar esas sustancias tóxicas. ¿Valía la pena hacerlo? No. Sin embargo, esto parecía absolutamente razonable para usted cuando vivía en tinieblas. “Imagínese, yo practiqué cómo acostumbrar a mis pulmones a ese humo; lo cual sólo iba a acortar mi vida y a dificultar mi respiración”. Eso no tenía ningún sentido; no obstante, cuando uno no ha nacido de nuevo, sí lo tiene. Cuando usted bebió su primer trago de whisky -me imagino que no le supo a lo que esperaba-, le fue difícil ingerirlo, más si se lo tomó de un sorbo. Y tuvo que aprender cómo hacerlo al repetir el procedimiento. Ahora bien, eso es exactamente lo que debemos hacer para vivir de manera correcta delante de Dios; necesitamos aprender por medio de la práctica. En su primer intento, quizá se diga a sí mismo: “Ya no fumaré más”. Y entonces inicia su travesía; es probable que fracase y talvez vuelva a fumar. Kenneth y yo lo intentamos varias veces. No obstante, un día lo dejamos por nuestro bien. ¿Qué debe hacer si se equivoca? Arrepiéntase y declare: Señor, dependo de Ti, dejo este problema atrás. ¡Ayúdame a lograrlo! Creo que soy libre de éste. Y como resultado, usted saldrá de ese problema. Se necesita mucho más que sólo fuerza de voluntad, aunque ésta juega un papel vital al momento de decidir. Es importante que el poder de Dios lo fortalezca para permanecer firme, a fin de que se cumpla la voluntad del Señor en su vida. No obstante, una persona que no ha nacido de nuevo carece de ese poder; debido a que su espíritu está muerto y la vida de Dios no mora en él. Lo único que posee es su fuerza de voluntad, y la mayoría de veces ni siquiera la tiene. Sin embargo, usted sí posee la unción que crucifica la carne. Recurra a la unción, y declare: Carne, tú no regirás aquí ni se hará tu voluntad. Yo le sirvo a Dios, y no haré lo que a Él le desagrade, sino practicaré la justicia. ¡Aleluya! Malaquías 2-4; Salmos 149-150 Sigo la justicia y la piedad, la fe y el amor, la paciencia y la mansedumbre (1 Timoteo 6:11).
Heiligschriftstudium: Colosenses 3:1-17; 1 Juan 3:2-9