Tägliche Andachten
Clamo por la sangre de Cristo
Por muchos años no tuve conocimiento acerca de la sangre de Cristo. Escuchaba a los pentecostales clamar por la sangre. Todo el tiempo repetían: “Clamo por la sangre de Cristo”. Yo podía asegurar que eso era poderoso y que ellos sabían lo que estaban declarando. No obstante, no tenía ni la más remota idea de lo que en realidad significaba clamar por la sangre de Cristo. No sé por qué no lo relacioné con mi herencia generacional, ya que soy un indio americano. Debí haberlo hecho, puesto que el estilo de vida de los indios americanos se establece por medio de pactos de sangre. Ellos se cortan las muñecas para realizar un pacto. Cuando al fin me percaté de que Dios ya había hecho un pacto con nosotros a través de la sangre de Jesús… ¡me sorprendió! Entonces logré comprender lo que aquellos ancianos estaban diciendo y practicando. El diablo debe respetar la sangre. Cuando usted declara: “Clamo por la sangre de Jesús en esta situación”, se refiere a la sangre por medio de la cual el pacto fue ratificado, y el diablo no puede acercarse. Existe protección y liberación en la sangre. Cuando clama por la sangre, usted expone su caso y confía plenamente en un juramento basado en un pacto ratificado por el Dios todopoderoso. Cuando Jesús tomó la copa de la Santa Cena en el Aposento Alto, Él expresó: Tómenla y bébanla. Éste es el nuevo pacto en Mi sangre ratificado para ustedes. Esa sangre garantiza que cada palabra escrita en la Biblia es un juramento ratificado por la sangre. Ese juramento es un ancla para su alma. Éste se convertirá en una fuerza interna dentro de usted. Dios es Su Padre y Jesús es su hermano de sangre. Todo lo que le pertenece a Él es suyo, y viceversa. Sentir temor de actuar o hablar antes de que usted pueda ver o sentir un milagro, pone en duda el juramento ratificado por Dios, el nombre de Jesús y la sangre del Cordero. La sangre de Jesús derramada en la cruz por usted elimina su pecado. Cuando recibió a Jesús como su Señor y Salvador, usted tomó su lugar y su parte en el nuevo pacto y activó su libertad. Y cada vez que se arrepiente de su pecado, éste y sus efectos son destruidos para siempre. Por esa razón, puede vivir libre de condenación. Si el diablo lo acusa, no acepte la culpa. Ésta no es suya, pues se le ha dado libertad. Cuando sienta como si estuviera ante un juez, y éste le preguntara: “¿Cuál es su defensa?”. Responda: “La sangre de Cristo; por tanto, soy inocente de esos cargos”. Entonces el juez declarará: “Inocente -¡por falta de evidencia!-. Caso cerrado”. ¡Aleluya! El diablo debe honrar esa sangre. Josué 23-24; Hechos 28 En Cristo tengo redención a través de Su sangre y el perdón de pecados (Efesios 1:7).
Heiligschriftstudium: Hebreos 9:11; 10:23