Tägliche Andachten
¡El tiempo ha llegado a su punto máximo en Jesús!
El tiempo como lo hemos conocido se ha terminado. Ahora es diferente. Y lo que estoy a punto de compartirle es casi impensable; pero no desde un punto de vista negativo, sino de uno positivo. Hemos entrado a una fina, pequeña y estrecha banda de tiempo, la cual es la más grande y quizá la parte más importante del tiempo desde la creación de Adán. Hemos avanzado de lo normal -en el ámbito espiritual y en el natural- a lo excesivo y abundante, más allá de lo que podamos pedir o pensar (Efesios 3:20). En Juan 6:5-13, quedó plasmado el acontecimiento donde Jesús tomó la canasta con cinco panes, dos peces y alimentó a miles de personas. En este caso se puede ilustrar lo que es excesivo y abundante, más allá de lo que podamos pedir o pensar; pues miles de personas comieron hasta saciarse, y aún así, sobraron doce cestas llenas. La gente de este tiempo exclamaría: “¡Qué milagro más sorprendente!”. Y tienen razón, fue un gran prodigio. Sin embargo, representó más que un simple milagro. En esa ocasión, el tiempo llegó a su punto máximo en Jesús. Fue comprimido y se compactó en un corto espacio. Puesto que el tiempo de crecimiento de la semilla que el joven sembró en el ministerio de Jesús fue instantáneo. Los discípulos le dijeron a Jesús: «Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos…» (Juan 6:9). Entonces Él pidió esos alimentos. Él los tomó, miró hacia el cielo, dio gracias, los bendijo, los partió y los distribuyó entre Sus discípulos. Ellos tomaron la comida y la repartieron entre la gente…la repartieron…y la repartieron…y la repartieron entre 20,000 personas aproximadamente. Luego regresaron y recogieron las sobras. ¡Había 12 canastas llenas! Deseo que entienda que todo este proceso en el que Jesús tomó las rodajas de pan y los pececillos en Sus manos para bendecirlos, partirlos y distribuirlos; es el mismo proceso de siembra y cosecha, pero reducido a un plazo instantáneo. El muchacho sembró esos alimentos en el ministerio de Jesús. El Señor recibió esa semilla y la sembró en un terreno fértil, la regó; y luego de forma inmediata hubo una cosecha. Y no sólo hubo lo suficiente para alimentar a todos hasta saciarlos, sino que también sobraron muchos panes y peces para guardarlos en la despensa. Pero ¿en la despensa de quién? ¡En la del muchacho! Porque él los sembró, ¿verdad? Entonces ¿qué sucedió aquí? Resulta que el que cosecha alcanzó al que siembra. Amós profetizó que llegaría un momento en el cual el tiempo de la siembra y la cosecha caminarían de la mano. Aquella mañana, ese jovencito sembró lo que tenía en el ministerio de Jesús, y regresó a su casa con 12 canastas llenas; y todo eso sucedió porque el tiempo llegó a su punto máximo en Jesús. Y ese tiempo, mi hermano y hermana, es en el que estamos viviendo hoy. Proverbios 6-7; Salmo 2 Debido a Jesús, el tiempo ha llegado a su punto máximo. Ha llegado el tiempo en que el que siembra ha alcanzado al que cosecha. El tiempo de sembrar y cosechar están ocurriendo al mismo tiempo (Amós 9:13).
Heiligschriftstudium: Juan 6:5-13