Tägliche Andachten
Escuchando del cielo
No existe nada, absolutamente nada sobre esta Tierra que sea tan valiosa como la sabiduría de Dios. Ésta es la llave que abre toda puerta de bendición: prosperidad y éxito, salud y larga vida, paz y seguridad. Todo esto se encuentra a disposición de aquellos que aprenden y viven conforme a la sabiduría de Dios. Pero, curiosamente, muchos creyentes la buscan al momento de encontrarse contra la pared. Esperan que primero los ataque la calamidad y luego, en desesperación, escuchan atentamente la voz de Dios. Sin embargo, muy a menudo son incapaces de oírla. ¿Por qué? Porque sucede lo que manifiesta la voz de la Sabiduría: “He llamado y se rehusaron [a contestar]… han menospreciado mi consejo y no aceptaron mi reprensión; yo también me reiré de ustedes en su calamidad, me burlaré cuando venga lo que les cause terror y pánico – cuando su pánico venga como tormenta y desolación, y su calamidad venga como torbellino, cuando la tribulación y la angustia vengan contra ustedes-. Entonces me invocarán [Sabiduría], pero no responderé; me buscarán temprano y con diligencia, pero no me encontrarán” (Proverbios 1:24-28, AMP). Jamás llegue al extremo de encontrarse en una situación como ésta, ni al punto de no lograr escuchar del cielo. Ya que ¡es lo más importante de toda su vida! Pues al venir los problemas, ninguno será imposible de resolver para Dios. No obstante, es necesario que recuerde que no puede abrir y cerrar la sabiduría del Señor como si fuera un grifo de agua. Debe formar parte de su estilo de vida. Si desea estar seguro que la sabiduría de Dios se encontrará a su disponibilidad cuando surja una crisis en su vida, necesita escuchar Su consejo ahora. Aprenda a buscar Su sabiduría, a escuchar Sus instrucciones en las pequeñas situaciones de la vida diaria. De esa forma, cuando aparezcan los grandes problemas, usted estará preparado. Pues ya habrá desarrollado el hábito de escuchar del cielo. Jonás 2-3; Salmo 132 Escucho atentamente a la sabiduría, y habito seguro y con verdadera confianza. Y estoy tranquilo, sin temor ni terror al mal (Proverbios 1:33).
Heiligschriftstudium: Proverbios 4:7-9