Tägliche Andachten

December 10

¡Eso es poder!

Gloria Copeland
Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Mis enemigos volvieron atrás; cayeron y perecieron delante de ti.

Cuando se unen el gozo y la alabanza, éstos liberan fuerza en su interior y el poder se exterioriza. Dios habita en medio de nuestras alabanzas (Salmos 22:3). Y cuando Su presencia comienza a descender en medio de nosotros, nuestros enemigos retroceden. Ellos no pueden soportar la presencia del Señor. En Salmos 68:1-3, leemos: «Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos, y huyan de su presencia los que le aborrecen. Como es lanzado el humo, los lanzarás; como se derrite la cera delante del fuego, así perecerán los impíos delante de Dios. Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios, y saltarán de alegría». ¡Eso es poder! Cuando el pueblo de Dios se levanta en alabanza y adoración, celebrando las victorias del Señor, Sus enemigos se dispersan. Por esa razón, Satanás ha intentado de todo para que el pueblo del Señor se quede sentado sin hacer nada. Tampoco es de sorprenderse que él nos haya atado con tradiciones que nos enseñaron a quedarnos con un silencio “digno”. A muchos de nosotros, la falsa doctrina nos enseñó a no obedecer los estatutos bíblicos que debemos realizar cuando se trata de adorar y de alabar. Hoy se acaban las tradiciones. Le aseguro que cuando el Espíritu comience a manifestarse, la inhibición tendrá que huir. La Palabra afirma: «Y será…como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino…» (Zacarías 10:7). Usted sabe qué sucede cuando las personas beben vino: pierden sus inhibiciones. Eso les sucedió a los discípulos en el día de Pentecostés. Días antes, habían estado escondidos; sin embargo, cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos, salieron a las calles actuando con libertad, y muchos creyeron que ellos habían estado bebiendo. El concepto que Dios tiene de digno es muy diferente al nuestro. Él anhela que usted sea libre, y que no viva atado por las tradiciones ni por el temor a lo que otros puedan pensar. Él quiere que usted posea la libertad de reírse, que pueda saltar, alabarle y cantarle. Él anhela que sea tan libre que cuando lo vean, aunque no lo entiendan, quieran gozar esa libertad. Joel 2-3; Amós 1; Salmos 125-126 Canto alabanzas al nombre del Señor. Cuando mis enemigos se vuelvan atrás, caerán y perecerán ante la presencia del Señor (Salmos 9:2-3).

Heiligschriftstudium: Salmo 98

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