Tägliche Andachten
Hágase rico
Uno de los problemas que siempre me acompañaba era la pobreza. Pero recuerdo el día en que decidí que ya no iba ser pobre. Estaba leyendo en la Palabra donde dice que en Cristo Jesús la bendición de Abraham ha alcanzado a los gentiles (Gálatas 3:14). Entonces llegué al versículo 29, donde dice: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. De repente, la verdad me iluminó. Me emocioné tanto que apenas podía contenerme.
Volví a Deuteronomio 28 y leí línea por línea esas bendiciones prometidas. “Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado. Bendito serás en el hogar, y bendito en el camino”. ¡Hombre! ¡Me había hecho rico!
Estaba yendo a la universidad en Tulsa, Oklahoma, y vivía en una casita en la que nadie quería vivir. Pero cuando leí esas promesas en la Palabra, la luz de Cristo me alumbró. Entendí que Dios ya me había redimido de la maldición de la pobreza.
Esa tarde en mi habitación tomé la Biblia en mi mano y dije: “Quiero anunciar al Dios Todopoderoso en el cielo, a Jesucristo de Nazaret, a todos los ángeles del cielo, a todos los demonios del infierno y a cualquier otro que esté interesado en oírme, que desde este día en adelante todo lo que necesite ha sido ya suplido conforme a las riquezas en gloria de Dios en Cristo Jesús”.
Le dije al Señor: “Estoy firme en tu Palabra y en ti confío para que cuides de mí. Nunca le pediré plata a nadie”.
Eso fue hace muchos años, y nunca lo he hecho. ¿Sabe por qué? Porque esa decisión me puso en contacto con el poder de Dios, y Él hará lo mismo por usted.
Heiligschriftstudium: Deuteronomio 28:1-13