Tägliche Andachten
La Palabra prevalece
Aunque sea usted quien declare las palabras de Dios, éstas tienen el mismo poder como si fuera Jesús quien las pronunciara. Usted podría argumentar: “Hermano Copeland ¿cómo es posible? Si yo no soy Jesús”. No, no lo es. Sin embargo, cuando confiesa y actúa con fe en la Palabra, ésta siempre desatará su poder, al igual que con Jesús. Pedro y Juan lo comprobaron el día en que se acercaron al paralítico a la puerta llamada la Hermosa (Hechos 3). En ese entonces, ellos sólo contaban con unas pocas palabras del Nuevo Testamento. Solamente tenían las palabras que Jesús les había declarado antes de ascender al cielo (Marcos 16:15-18). No obstante, ésas eran todas las palabras que necesitaban. Cuando creyeron y actuaron conforme a éstas, el Espíritu Santo obró a su favor, así como con Jesús, y el milagro sucedió. Cuando ellos abrieron su boca y declararon: «…en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda». Entonces, el paralítico: «saltando, se puso de pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios» (Hechos 3:6-8). Ése no fue el único milagro que realizaron; Pedro, Juan y el resto de los primeros discípulos tomaron esa primeras palabras del Nuevo Testamento y ¡transformaron todo el mundo conocido! (Hechos 17:6). Usted podría decir: “Bien, hermano Copeland, ellos eran apóstoles; por esa razón, estaban ungidos para realizar tales milagros”. ¡No, no es así! Si ése fuera el motivo, entonces en Hechos 19:20, se leería: “Los apóstoles crecían poderosamente y prevalecían” Pero en realidad declara: «Así crecía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor». Aquellos primeros apóstoles estaban ungidos para llevar a cabo esa clase de milagros, pues confesaron y actuaron conforme a la Palabra de Dios; y la obra se cumplió gracias a la Palabra y a la unción que ésta desató. Como la Palabra nunca cambia, puede estar confiado y seguro de que prevalecerá para usted, así como para Pedro y Juan. Incluso de la misma forma en que prevaleció para Jesús. Es más, funcionará de una manera tan poderosa como cuando Dios mismo expresó: «…sea la luz…» (Génesis 1:3). Entonces ¿qué está esperando? Usted cuenta con el mismo poder y unción de Dios moviéndose en su espíritu nacido de nuevo. Tiene la Palabra al alcance de sus manos, y mientras más llene su corazón con ésta, más actuará conforme a ella, hablará en fe y esa unción fluirá libremente a través de usted. Por tanto, ¡ya no siga estancado! ¡Muévase! Tome su Biblia, permanezca firme y ¡avance! ¡Porque la Palabra de Dios prevalece! Isaías 37-38; Salmo 46 La Palabra de Dios crece de una manera poderosa, y prevalece en mí (Hechos 19:20).
Heiligschriftstudium: Hechos 17:1-10