Tägliche Andachten
Más que una sonrisa del Espíritu Santo
Si ha asistido últimamente a varios servicios donde el Espíritu Santo se ha manifestado, habrá escuchado risa, mucha risa. Vio, y talvez experimentó, espontáneos estallidos de gozo que van desde una risa calmada hasta una risa escandalosa, la cual literalmente deja a los creyentes rodando en los pasillos. Es algo hermoso, no se puede negar. Pero ¿de qué se trata todo esto? La respuesta es incluso más emocionante que la misma risa. Jesús está edificando a Su iglesia. Él está fortaleciéndonos con las riquezas de los tesoros de Su gloria. Nos está armando con la fuerza espiritual que necesitamos para liberarnos de todo yugo de esclavitud y que podamos aplastar al diablo con nuestros pies -de una vez por todas-. La palabra gloria, según se usaba en el Antiguo Testamento, literalmente significa: “estar muy cargado con todo lo que es bueno”, y se vincula en forma directa con la presencia del Espíritu de Dios. Por otro lado, la palabra aflicción es exactamente lo opuesto: “estar demasiado cargado con todo lo que es malo”. La aflicción es satánicamente opuesta a la gloria. Entonces cuando la gloria de Dios venga a usted, la aflicción no podrá vencerlo. ¡Ésta tendrá que huir! Cuando lo haga, el gozo del Señor que vive en su interior comenzará a rebosar, y nada lo detendrá. Cuando el gozo se derrama sobre nosotros es muy divertido, y todos lo disfrutamos. Pero el Señor no sólo desea que pasemos un buen tiempo; y que el Espíritu Santo nos haga reír un poco. Él tiene un propósito grandioso, anhela que estemos llenos de gozo porque es una fuerza tan poderosa que nos ayudará a cumplir Su plan en esta hora final. Este gozo nos dará la fortaleza espiritual, mental y física para levantarnos en la plenitud de la gloria de Dios -completamente sanados, liberados y prosperados-. De modo que podamos recoger los frutos de la cosecha final y que nos reunamos a Su alrededor con gran triunfo. La Iglesia no se irá de esta Tierra en derrota ni en desgracia, ni tampoco como un cachorro apaleado. No, Dios nos llevará en una gloriosa victoria. No importa qué demonio lo esté hostigando con una circunstancia agravante… éste no posee la última palabra. Ríase del diablo en el nombre de Jesús, y búrlese de la idea que él tiene de conseguir la victoria sobre Jesús y Su Cuerpo -es decir, sobre usted como parte del Cuerpo de Cristo-. ¡Levántese y tome su autoridad! La victoria es suya, pero la batalla es del Señor, y ¡Él siempre gana! Amós 2-3; Salmo 127 El gozo del Señor es mi fortaleza (Nehemías 8:10).
Heiligschriftstudium: Salmos 105:37-43