Tägliche Andachten

March 24

Sea obediente hoy

Gloria Copeland
El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

Algunos tienen la idea errónea de que cuando el Espíritu Santo les habla, pueden hacerle caso omiso por algún tiempo, si así lo desean, y luego obedecerle cuando crean conveniente. Quizá piensen: “Sé que estoy haciendo mal. Sé que la vida que llevo no está bien, pero sólo voy a hacerlo por un tiempo. Luego arreglaré las cosas con el Señor”.

Permítame advertirle que eso es algo sumamente peligroso. Dios dice que cuando usted rechaza su consejo, el corazón se endurece. No es que la gracia de Dios deje de alcanzarle ni que Dios no lo perdonará si usted decide volverse a Él. Lo que quiere decir es que el pecado endurecerá su corazón tanto que usted no podrá oír cuando Dios lo esté llamando.

Eso les sucedió a los hijos de Israel. Dios les decía qué hacer y ellos no lo hacían. Cuando trató de introducirlos a la Tierra Prometida para que la poseyeran, se negaron por completo. De hecho, ellos creían que tenían buenas razones para no hacerlo. Estaban tan llenos de temor e incredulidad que realmente pensaban que si hacían lo que Dios decía, serían destruidos.

Pero, no importa cuán buenas sean las razones que tenga para desobedecer a Dios, esa desobediencia le costará caro, incluso, endurecerá su corazón.

El pueblo de Israel hizo caso omiso a Dios tantas veces, que Él terminó por enviarlos al desierto. Eran tan obstinados que Dios no podía llevarlos a las bendiciones que había planeado para ellos, y tuvo que dejarlos vagar hasta que todos murieron, excepto dos de ellos. Tuvo que levantar una generación nueva con un corazón dócil, antes de que pudiera llevarlos a la Tierra Prometida.

Aprenda la lección de esto y no juegue con el pecado. Cuando Dios le dice lo que necesita hacer, no lo posponga, pensando que será más fácil hacerlo luego. No lo será; más bien, será más complicado,

Cuando el Espíritu de Dios le corrija, no se tarde en seguir sus consejos. Tenga siempre un corazón sensible que obedezca al Señor.

Heiligschriftstudium: Nehemías 9:6-37

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