Tägliche Andachten
¡Siga peleando!
“¡Estoy cansado de pelear! Tan pronto salgo de un problema, ¡hay cien más tocando a mi puerta!”. Hace algunos años, una amiga mía le manifestó las mismas palabras al Señor. En ese entonces, ella estaba cansada de pelear las batallas de la vida y del ministerio. Estaba agotada por la constante presión de hacer retroceder los poderes de las tinieblas en su propia vida, y en la de aquellos que la rodeaban. Jamás olvidaré la respuesta que le dio el Señor, mientras ella expresaba su frustración: ¿Para qué existe un ejército, sino para pelear? Además le dijo: O luchas o retrocedes desde ahora hasta la venida de Jesús. Esas palabras impactan a muchos cristianos porque no desean ser guerreros, sino llevar una vida fácil y cómoda. Quieren descansar y seguir tomando vacaciones espirituales. Pero como creyentes no fuimos llamados para vivir de esa manera. Sino para pelear la buena batalla de la fe. Formamos parte de un ejército; por tanto, estamos en guerra: «… no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados… potestades… gobernadores de las tinieblas de este siglo… y huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12). Dios nos ha provisto de armas espirituales (2 Corintios 10:4), y Su propia armadura (Efesios 6:10-18). Él nos ha equipado ¡para ser soldados espirituales! Talvez ahora piense: “Este asunto de ser soldado suena difícil. No estoy seguro de lograrlo”. ¡Sí, usted puede! Cuando enfrente la presión de la batalla, cuando el estrés y los problemas surjan, cuando esté a punto de desmayar, ¡vea hacia arriba! Centre su atención en la verdad de que ¡Jesucristo resucitó de entre los muertos y que usted permanece en Él! Cuando Él resucitó, usted también resucitó; cuando Él venció al diablo, usted también lo derrotó. Por tanto, la victoria de Jesús ¡es suya! Medite en ello cuando el diablo le diga que no triunfará en la vida. Luego invierta los papeles y respóndale: Satanás, te recuerdo que Jesús triunfó sobre ti. Además, echó a perder tus planes y te exhibió públicamente, al punto que te despojó de toda la autoridad que tenías. ¡La Biblia afirma que has sido reducido a nada! Tú eres nadie; pero yo soy el representante de Jesús aquí en la Tierra. Tengo Su poder y actúo en Su nombre. Estoy sentado juntamente con Él en los lugares celestiales. Sólo debo permanecer en la victoria que Jesús ya obtuvo. La única forma en que me puedes derrotar es convenciéndome que renuncie, ¡y eso no sucederá! No aceptaré la derrota, no dejaré que me disuadas de mi victoria. Permaneceré y resistiré hasta ganar, entonces será mejor que te rindas en este momento. Y si no cuenta con el tiempo suficiente, simplemente declare: ¡Sal en el nombre de Jesús! Ésa es la forma correcta en la que habla un soldado. Y de esa forma se expresará cuando recuerde constantemente que ¡Jesucristo se levantó de entre los muertos! Ezequiel 16-18; Salmos 100-101 Peleo la buena batalla de la fe (1 Timoteo 6:12).
Heiligschriftstudium: 2 Corintios 10:1-6